En un pequeño pueblo costero, donde las olas acariciaban suavemente la playa y el aroma a sal se mezclaba con la brisa marina, vivía una joven llamada Marina. Ella pasaba sus días cuidando de su abuelo, un viejo pescador que le enseñó desde pequeña a amar el mar y sus misterio
Una mañana temprano, mientras paseaba por la playa al amanecer, Marina encontró una botella encallada en la arena. Intrigada, la abrió y encontró dentro una carta escrita en un papel amarillento. La carta hablaba de un amor perdido en el mar, de un marinero que prometió regresar con la marea pero nunca lo hizo.
Decidida a descubrir quién era el misterioso remitente, Marina comenzó a investigar entre los ancianos del pueblo. Finalmente, descubrió que la carta pertenecía a un joven llamado Mateo, un marinero apasionado que había desaparecido en alta mar años atrás.
Movida por la curiosidad y una extraña conexión con la historia de Mateo, Marina decidió seguir los pasos de aquel marinero perdido. Con la ayuda de su abuelo, aprendió a navegar y se embarcó en su propia búsqueda en el vasto océano.
Durante su travesía, Marina enfrentó tormentas despiadadas y días interminables de soledad en alta mar. Sin embargo, cada vez que sentía que su determinación flaqueaba, recordaba las palabras de la carta y la promesa de amor que había quedado suspendida en el tiempo.
Finalmente, después de semanas de búsqueda incansable, Marina encontró una pequeña isla desierta donde descubrió un viejo faro solitario. Allí, en una cabaña abandonada, encontró un diario que pertenecía a Mateo, lleno de poemas de amor y dibujos de su amada perdida en el mar.
Con lágrimas en los ojos, Marina comprendió que Mateo nunca regresó porque había encontrado su último refugio en aquella isla, esperando en vano por un amor que el mar se había llevado demasiado pronto.
Regresando a casa con el corazón lleno de nuevas perspectivas, Marina decidió honrar la memoria de Mateo compartiendo su historia con el pueblo y asegurándose de que su amor perdido nunca fuera olvidado. Y en las noches tranquilas, cuando las estrellas brillaban sobre el mar, Marina cantaba una canción suave que se llevaba el viento, una canción de amor que trascendía el tiempo y el espacio, una canción que unía el corazón de Mateo con el suyo para siempre en la inmensidad del océano.